Las temporadas del Atlético de Madrid se estaban empezando a
convertir en un continuo déjà vu. En
verano se producía el cambio de nombres, con alguna pérdida muy dura e
inversiones de gran calado para sustituirla, un chute de ilusión para el
aficionado rojiblanco. Diego Pablo Simeone aprovechaba la savia nueva para
buscar un pequeño giro de timón, tratar de ser más propositivo y tener más
tiempo la pelota. Los brotes verdes comenzaban a aparecer y el equipo dejaba muestras
de ser capaz de evolucionar en la nueva idea, pero los resultados no
acompañaban. Barcelona y/o Real Madrid se distanciaban peligrosamente en Liga y
la fase de grupos de la Champions se complicaba más de lo esperado. El Cholo no
aguantaba más, devolvía el timón a su posición original, promulgaba que el
Atlético sólo tenía una manera de competir y la temporada comenzaba a
enderezarse. Pero a Simeone se le quedaba clavada una espinita y a principios
de la siguiente temporada el ciclo volvía a repetirse.
Y ahora situémonos: estamos en 2020, sin lugar a dudas el año
más diferente que nos ha tocado vivir. El Atlético de Madrid es el único equipo
imbatido de la Liga y sería líder si todos los equipos tuvieran el mismo número
de partidos. Los resultados están respaldando la transformación que el Cholo
lleva años intentando, demostrando que tiene más registros como técnico que los
que han predominado en su etapa en el Atlético, y dejando muy claro que una de
sus mayores virtudes es adaptarse al tipo de talento que tiene a su
disposición. Para ilustrar esto último, qué mejor que centrarse en descubrir
cómo el sistema del Atlético está haciendo todo lo posible para que su mejor
jugador, João Félix, encuentre un escenario ideal.