miércoles, 18 de noviembre de 2020

João Félix lo está haciendo posible

Las temporadas del Atlético de Madrid se estaban empezando a convertir en un continuo déjà vu. En verano se producía el cambio de nombres, con alguna pérdida muy dura e inversiones de gran calado para sustituirla, un chute de ilusión para el aficionado rojiblanco. Diego Pablo Simeone aprovechaba la savia nueva para buscar un pequeño giro de timón, tratar de ser más propositivo y tener más tiempo la pelota. Los brotes verdes comenzaban a aparecer y el equipo dejaba muestras de ser capaz de evolucionar en la nueva idea, pero los resultados no acompañaban. Barcelona y/o Real Madrid se distanciaban peligrosamente en Liga y la fase de grupos de la Champions se complicaba más de lo esperado. El Cholo no aguantaba más, devolvía el timón a su posición original, promulgaba que el Atlético sólo tenía una manera de competir y la temporada comenzaba a enderezarse. Pero a Simeone se le quedaba clavada una espinita y a principios de la siguiente temporada el ciclo volvía a repetirse.

Y ahora situémonos: estamos en 2020, sin lugar a dudas el año más diferente que nos ha tocado vivir. El Atlético de Madrid es el único equipo imbatido de la Liga y sería líder si todos los equipos tuvieran el mismo número de partidos. Los resultados están respaldando la transformación que el Cholo lleva años intentando, demostrando que tiene más registros como técnico que los que han predominado en su etapa en el Atlético, y dejando muy claro que una de sus mayores virtudes es adaptarse al tipo de talento que tiene a su disposición. Para ilustrar esto último, qué mejor que centrarse en descubrir cómo el sistema del Atlético está haciendo todo lo posible para que su mejor jugador, João Félix, encuentre un escenario ideal.

lunes, 9 de noviembre de 2020

La cuadrícula de Baraja

Aunque en esta temporada tan extraña no lo parezca, ya se han jugado diez partidos de Liga desde que el Real Zaragoza de Rubén Baraja debutara el 26 de septiembre contra Las Palmas en una Romareda vacía y silenciosa. El equipo blanquillo sólo ha conseguido en el campo 8 de los 30 puntos en disputa en esas jornadas —a los que sumar dos más por la alineación indebida del Alcorcón—, pese a haberse enfrentado a cinco de los últimos siete clasificados de la Liga Smartbank. Lleva una racha horrible de 7 partidos consecutivos sin ganar, con problemas que no parecen solucionarse y en los que vamos a profundizar en este texto.

Ya en el debut liguero contra las Palmas quedaron claras cuáles serían las señas de identidad del equipo de Baraja, al menos en el aspecto defensivo. Desde ese día y hasta hoy, el Zaragoza siempre se ha plantado en un 4-4-2 de líneas muy claras, que espera al rival en bloque medio y trata de cerrarse en un espacio estrecho y compacto. En ciertas ocasiones ha subido las líneas de presión hasta la frontal del área contraria, pero generalmente prefiere ensuciar el juego rival cuando la pelota se acerca a la línea divisoria. La actitud de sus jugadores es activa cuando la pelota está en su zona, pero casi nunca se busca el robo, sino provocar una incomodidad en el poseedor que desemboque en un error. Las distancias entre los miembros blanquillos se mantienen fijas y es complicado ver situaciones de acoso de varios jugadores maños en una zona reducida. La escasa distancia entre defensas y centrocampistas hace que apenas haya espacio para recibir entre líneas, lo que fuerza a los equipos rivales a buscar las bandas para progresar. Es lo que el Zaragoza pretende, que el equipo rival acabe sus ataques con un centro lateral, muchas veces sin haber generado una ventaja previa que haga girar al equipo blanquillo, que se siente cómodo en la defensa dentro del área.

Errores en los córners frente al Leganés.