El Napoli salió al partido tal y como se esperaba. El
aliento de un Stadio San Paolo que se llenó dos horas antes del partido
potenció su comienzo avasallador. Aún más vertical y presionante que
normalmente, los napolitanos embotellaron al Real Madrid en su campo y comenzaron
a encadenar ataque tras ataque, generando ocasiones de gol. Y los blancos no
supieron responder.
El plan napolitano se basaba en buscarle las cosquillas a
Casemiro mediante recepciones a sus lados. Insigne, Mertens y especialmente
Marek Hamsik buscaban el hueco tras Modric o Kroos y se habilitaban entre
líneas para recibir los envíos verticales de Koulibaly y Diawara. En la mayoría
de ocasiones tenían espacio suficiente para controlar, girarse hacia Keylor
Navas y disparar o continuar la jugada. Casemiro no llegaba a todo, y el
cuadrado blanco que le rodeaba, formado por los dos centrales y los dos
interiores, cada vez se separaba más.