viernes, 18 de julio de 2014

Continuar ganando


“El fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania”. La famosa frase de Gary Lineker después de que Alemania eliminase a Inglaterra por penaltis en las semifinales de Italia 90 no se puede tomar al pie de la letra, pero sí que deja ver que la selección teutona no es un equipo más. No importa cómo llegue a una Copa del Mundo, Alemania siempre compite. En los 17 Mundiales disputados tras la Segunda Guerra Mundial ha conseguido llegar en 12 ocasiones hasta semifinales y en 7 hasta la final, consiguiendo cuatro títulos. Está claro que el carácter competitivo y ganador del pueblo alemán se deja ver en la Mannschaft, y por esto durante estos días posteriores a la consecución del cuarto título mundial de su historia, en la Federación Alemana no todo serán celebraciones. Ellos siguen queriendo ganar y por ello han de pensar en el futuro.

El 1 de agosto se cumplirán 10 años desde que Joachim Löw ingresó en el cuerpo técnico de la selección alemana, inicialmente como ayudante del seleccionador Jürgen Klinsmann, para relevarle el 12 de julio de 2006 como seleccionador alemán. Tras el batacazo de Alemania en la Euro de Portugal en 2004, y viendo la inercia que llevaba en las últimas grandes competiciones (exceptuando el subcampeonato mundial en Corea y Japón 2002), la DFB decidió iniciar un nuevo ciclo que en el que se revolucionase por completo el funcionamiento de la selección, Bundesliga y categorías inferiores. Para ello contrató a Klinsmann como seleccionador, que decidió traerse a Löw como ayudante, aunque en sus propias palabras: “Löw nunca fue para mí mi asistente, sino mi socio”. Llegó el Mundial de 2006, donde Alemania era anfitriona, y pese a la gran presión que esto supuso y las bajas expectativas que se habían creado antes de la cita, Alemania se volvió a colar en semifinales. Aún así Klinsmann decidió no seguir y Löw se convirtió en el máximo responsable de la Mannschaft.


Desde que Jogi cogió las riendas, además de haber ganado la Copa del Mundo en Brasil hace unos días, Alemania se ha metido en las semifinales de una Eurocopa (Polonia y Ucrania 2012) y de un Mundial (Sudáfrica 2010) y también en la final de la Euro de Austria y Suiza 2008. Por tanto se puede concluir que el ciclo ha sido muy exitoso y que a la Federación Alemana le salió muy bien la revolución planteada en 2004. Además a muchos protagonistas de la selección que se coronó en Maracaná el pasado 13 de julio les quedan muchos años de fútbol y seguirán en una edad ideal en las siguientes grandes competiciones. Por todo ello sería lógico preguntarse: si esto funciona, ¿para qué cambiar?.

Pues bien, sin querer restar ni un ápice de mérito al trabajo de Joachim Löw en esta década, se pueden mejorar varias cosas. Parece evidente que la selección alemana ha sido la mejor conjunción de calidad y talento en un grupo durante el mes que ha durado Brasil 2014, pero nos deberíamos preguntar: ¿ha sido también el mejor equipo?. Probablemente no, o al menos eso opinará bastante gente. Alemania se ha coronado campeona del mundo porque tenía los mejores jugadores y no ha habido ningún equipo cuyo funcionamiento fuese perfecto en esta Copa del Mundo (tal vez con la excepción de Costa Rica, pero con otro nivel). Y ante esto, debemos mirar hacia el banquillo. Löw no ha generado un marco futbolístico que favorezca mucho a sus jugadores, dando un cambio de 180º a su equipo en el debut mundialista sin haberlo preparado suficientemente antes.

Durante los ocho años previos a la celebración de la Copa del Mundo en Brasil, Alemania era un equipo con unos principios muy claros. Formando siempre en 4-2-3-1, el equipo teutón tenía tendencia a partirse y tratar de que sus partidos fuesen una sucesión de transiciones hacia ambas porterías, para que su mayor calidad y pegada se acabase imponiendo. Se fundamentaba en el doble pivote Schweinsteiger-Khedira, ambos con una gran capacidad física que permitía que el equipo permaneciese unido en el “caos” en el que se convertían algunos partidos. Además, su gran capacidad de robo y llegada al área les hacía la pareja perfecta para el centro del campo alemán. Pero la grave lesión de Khedira en noviembre y los muchos problemas físicos de Bastian a lo largo de los dos últimos años, junto a las lesiones de los hermanos Bender (en principio sus sustitutos naturales), hicieron que Löw se replantease su forma de juego para el Mundial. Viendo la fragilidad defensiva de Alemania cuando estos cuatro no estaban a tope, decidió adoptar una fórmula diametralmente opuesta, pero a la que muchos de sus jugadores ya estaban acostumbrados, el control del partido mediante la posesión de ritmo bajo del Bayern de Pep Guardiola.

Y así llegó al debut mundialista frente a Portugal, donde Jogi sorprendió con cuatro centrales en defensa, Lahm en el mediocentro y Müller actuando como delantero centro. En este partido no tuvimos apenas tiempo de ver la eficacia del cambio de estilo ya que Alemania se encontró muy pronto con un penalti y jugando contra 10. Frente a Ghana, Estados Unidos y especialmente Argelia sí se pudieron apreciar los cambios en el juego alemán. Los problemas defensivos se mantuvieron ya que los centrales alemanes tenían que administrar muchos metros a la espalda. Además Lahm no se encontraba cómodo en una posición que no es la suya y en la que no tiene tantas soluciones como en el Bayern para sacar el balón (algo lógico, ya que además de la diferencia de jugadores, la del conjunto muniqués es una salida que exige mucho trabajo preparatorio). En ataque Alemania tenía muchos problemas para ser profunda, ya que jugaba con centrales en el puesto de lateral y con mediapuntas de balón en los costados. Pero no era todo negativo, Kroos se encontraba muy cómodo manejando el partido cuando no sufría una presión agresiva y descubrimos que la Mannschaft juega con 11 jugadores de campo. Manuel Neuer se hizo dueño no sólo de su área, sino de su tercio completo del campo en la posiblemente mayor exhibición de un portero fuera de su área en la historia de la Copa del Mundo, en el enfrentamiento de octavos frente a Argelia.


Vistas las dificultades del nuevo sistema y el rival al que tocaba enfrentarse en cuartos, Löw decidió volver a cambiar cosas. Francia es un equipo que destaca por la gran presencia física de sus interiores Pogba y Matuidi, a los que no era muy difícil imaginarse hinchándose a robar balones en la pobre salida alemana. Por esto Löw decidió volver a mandar a Lahm al lateral para hacer hueco a Khedira en el centro del campo, pese a que tanto él como Schweinsteiger no estaban preparados físicamente para soportar 90 minutos en el campo (algo que al final sí hicieron). Además Götze, frío y poco acertado en los primeros partidos, fue al banquillo y entró Klose para intentar conseguir el gol que le permitiese superar a Ronaldo como máximo goleador de la historia de la Copa del Mundo. Así, Löw hizo una mezcla entre los sistemas anteriores que le funcionó bien contra Francia y dio la mayor exhibición jamás vista en las eliminatorias de un Mundial con el histórico 1-7 a Brasil. En la final frente a Argentina las lesiones de Khedira y Kramer le hicieron volver al antiguo 4-2-3-1, aunque la idea de juego se mantendría. Con los nuevos cambios Lahm volvía a sumar mucho más de lo que restaba en su posición natural y Müller encontraba más facilidades para hacer su juego de movimientos interiores y combinaciones con un delantero que le fijaba a los centrales. Pese a que seguía siendo muy endeble en las contras rivales y no daba facilidades al jugador que había sido la bandera en el ciclo de Löw (Özil), la última versión de Alemania parecía mejorar levemente a las anteriores.

Pese a esta mejoría, parece que esta generación alemana aún no ha llegado a su techo. De los 23 convocados para el Mundial, sólo 6 superan los 28 años, y parece que excepto Klose, todos los jugadores importantes llegarán a la Eurocopa de Francia 2016. Además, las nuevas generaciones alemanas prometen un gran relevo para la actual. Jugadores que no han estado en el Mundial como Ter Stegen o Leno en la portería, Knoche o Jung en defensa, Emre Can, Geis, Meyer, Goretzka, Arnold, Öztunali o Gnabry en el medio y Lasogga, Volland o Brandt en la delantera aseguran que las plazas de la Mannschaft sean muy caras en los próximos años.

Y para manejar tanto talento, la DFB ha de tomar decisiones. La primera y más importante, decidir si Löw ya ha acabado su ciclo o debe continuar. Es evidente que Jogi se ha ganado con el Mundial el respeto y la confianza del pueblo alemán, algo de lo que no ha gozado siempre en estos años, y por ello “se merece” continuar. Ahora bien, también parece claro que no puede sacar el máximo potencial de la actual Alemania, su grupo es superior en calidad a él como técnico. Los grandes hombres a la hora de tomar decisiones son los que se anticipan a la caída, los que actúan antes de darse el batacazo, los proactivos, y no los reactivos. Ésto hace pensar que tal vez lo mejor para Alemania sea que alguien nuevo llegue al cargo, que lleguen nuevas ideas a un proyecto que ya lleva una década vigente, y en el que Joachim Löw ha sido una de las piezas más importantes.

En este caso, cabría plantearse que dirección habría de tomar Alemania en el terreno futbolístico. Las opciones parecen claras: seguir con el modelo de las transiciones y el fútbol de espacios o terminar de hacer el cambio con el que Alemania empezó el Mundial hacia un fútbol más lento y de control mediante el balón parecido a (o basado en) el Bayern de Guardiola. Y aunque se encuentran pros y contras en ambas opciones, afortunadamente las personas que deben tomar esta decisión se encuentran reunidos en los despachos de la Federación Alemana de Fútbol, pensando en cómo continuar ganando.

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